
1. El subespacio
- insanguineveritasb
- 22 feb 2024
- 11 Min. de lectura
Actualizado: 28 feb 2024
Quienes hayáis leído el índice de esta sección en la entrada "Introducción", habréis visto que iremos desenmarañando los secretos sobre las estrategias de Dominación mental, los cambios que éstas producen en la conducta de la persona sumisa a largo plazo y cuál es la perspectiva desde la Psicología Evolutiva sobre el por qué de la existencia y la dinámica de los roles, así como la fisiología que se esconde tras todo este mundillo.
Quizás eso os lleve a preguntaros qué sentido tiene comenzar por el subespacio, ya que a diferencia del resto de los procesos mentales de la persona sumisa, el subespacio es un estado de conciencia -que no de conducta- alterado y transitorio, circunscrito a la sesión y al momento en que esta alcanza un punto álgido.
Como características principales del subespacio, podríamos destacar que:
● No depende de la doma, ni del grado de servicio o de entrega diarios.
● No modifica la conducta a posteriori (aunque sí estrecha el vínculo, fija estímulos y puede modificar filias y fobias).
● No se alcanza de forma voluntaria ni responde necesariamente a una planificación o estrategia aplicada por parte de la persona Dominante.
● No forma parte de los automatismos adquiridos en la doma o reeducación.
Tampoco se cae en el subespacio siempre, ni por sentir predisposición a ello durante la sesión, ni siguiendo el mismo proceso que en sesiones anteriores en las que sí se experimentó. Digamos que, aunque nos resulte fácil alcanzar o conducir a la persona a ese estado, en última instancia depende un poco del azar.
Precisamente estas particularidades son las que me han hecho empezar la casa por el tejado: el subespacio es ajeno e independiente de todo lo demás. Descubramos ese universo paralelo y esquivo para después poder centrarnos tranquilamente en el día a día del ajedrez en el que se retan Dominación y sumisión.
¡¡Al turrón!!
La primera clave para comprender el subespacio es marcar la diferencia entre conducta y conciencia.
Si bien la conciencia es el conocimiento sobre la propia existencia, estado, conducta y relación con el entorno, conducta o comportamiento es la expresión visible o la exteriorización del mundo interior del sujeto, de lo que la conciencia "ve", percibe y registra.
De hecho, observando la conducta (comportamiento general, expresiones del rostro, lenguaje gestual y corporal, lenguaje verbal, enfoque de la mirada...), podemos apreciar el grado de conexión entre la conciencia del individuo y la realidad que nosotros percibimos y determinar si está experimentando "desregulaciones". Podemos ver el contenido de la conciencia de una persona observando su conducta.
No obstante, la conciencia puede pasar por estados transitorios de desregulación o alteración que no definen ni describen su conducta global y tampoco la modifican una vez han finalizado.
En un estado de conciencia normal, las funciones neurocognitivas superiores que nos permiten percibir de forma fidedigna nuestro estado psíquico, el de nuestro entorno y nuestra coyuntura, están activadas. Sin embargo, las alteraciones producen una desconexión que nos hace percibir de una forma diferente, y esos cambios en la percepción se visibilizan en una conducta errática, desproporcionada, ausente, aislada (sin interacción con los estímulos) o no justificada. El subespacio es una de esas desconexiones que podemos experimentar.
A lo largo de este viaje por la mente humana, veremos más concretamente todo lo relacionado con conducta, conciencia y consciencia y cómo aplican estos conceptos al BDSM, pero para abordar el subespacio ya tenemos suficiente por ahora.
Como decíamos al inicio, el subespacio es un estado alterado de conciencia. No depende de la salud mental y es de carácter transitorio, por lo que podríamos decir que se trata de un cambio temporal en el patrón general de la experiencia o percepción subjetiva. La estructura neurológica que cobra protagonismo cuando caemos en el subespacio es el cerebro vegetativo, ese amasijo que nos mantiene conectados a nuestro pasado más animalesco haciendo que nuestros instintos "apaguen" el autocontrol, la voluntad y la percepción objetiva de la realidad.
Tengamos en cuenta que cuando usamos una droga externa, en condiciones "normales" (recordatorio de que drogarse no es recomendable, es nocivo para la salud y siempre tiene consecuencias devastadoras para la persona y su entorno) usaríamos una sustancia concreta y una dosis calculada, por lo que los efectos pueden ser previsibles, al menos en parte. En cambio, el cóctel de hormonas, neurotransmisores y otros químicos que produce nuestro organismo durante la sesión es imposible de medir y de dosificar. No podemos saber qué cantidad de todos esos químicos naturales va a verterse al torrente sanguíneo. Además, en la misma persona y ante los mismos estímulos, la proporción entre ellos puede variar según la dieta de las últimas veinticuatro horas, si se han consumido medicamentos, si se ha tenido recientemente o se está incubando una infección, según el momento del ciclo reproductivo, en función de si el descanso ha sido suficiente y de buena calidad, dependiendo de si hemos tenido estabilidad emocional durante los días previos o nos hemos llevado algún disgusto...
Se produce como respuesta a la exposición prolongada a químicos endógenos (es decir, producidos por el propio metabolismo y por los mecanismos de respuesta fisiológica), ya sean hormonas o neurotransmisores, y por cambios en el patrón de producción de estos químicos.


En cuanto a esto, podemos establecer a grosso modo tres grupos de químicos endógenos que nos van a ayudar a gestionar o a elaborar una respuesta a los estímulos recibidos durante la sesión:
😭 Químicos para la gestión del dolor: Endorfinas (opioides endógenos), acetilcolina, serotonina, GABA, noradrenalina.
Ante el estímulo doloroso, nos ayudan a sobrellevarlo desarrollando una buena gestión de la situación y nos predisponen a buscar soluciones o recursos de compensación.
Lo más destacable de este grupo sería que, por una parte, las endorfinas reducen la sensación dolorosa (sí, sin ellas todo podría ser peor incluso cuando esto parece imposible), la serotonina es capaz de provocar una sensación de placer simultánea al dolor y la noradrenalina nos mantiene "despiertos" y activos para que nos defendamos, nos pongamos a salvo y evitemos posibles nuevos riesgos.
Cuando el estímulo es constante, intenso, repetitivo y alternado con disciplinas mentales o con estímulos placenteros, la producción de estos químicos se vuelve masiva y acumulativa, lo que deriva en una "sobredosis" natural. La percepción del dolor cambia, y con ello el umbral de tolerancia. Esto es delicado porque en ese momento puede resultar tentador para la persona Dominante aplicar prácticas por fuera de los límites pactados, o para la persona sumisa suplicar la extralimitación.
😱 Químicos para la gestión del miedo: Adrenalina, osteocalcina, cortisol y dopamina.
La adrenalina o epinefrina es una hormona y un neurotransmisor. Aumenta la frecuencia cardiaca y respiratoria, así como la presión arterial evitando o revirtiendo el estado de shock. La glándula suprarrenal produce una dosis que libera en una única descarga al torrente sanguíneo, pero la reiteración del estímulo genera la producción y descarga repetidas de dosis de adrenalina. Estimula la glucogenólisis (transformación del glucógeno en glucosa para obtener energía).
La osteocalcina es una hormona sintetizada en los huesos que desarrolla la respuesta de lucha o huida. Necesita de la presencia y el aporte energético de la adrenalina para ser útil. Es la responsable de que la persona sumisa intente liberarse de ataduras o evitar golpes siempre que la adrenalina tenga glucógeno suficiente para transformar en energía útil.
El cortisol es una hormona esteroidea o glucocorticoide. En niveles saludables, favorece procesos inflamatorios que son necesarios para aumentar la irrigación sanguínea en zonas lesionadas para realizar los procesos de reparación celular, o a nivel sistémico para aumentar la oxigenación y la glucosa en situaciones de estrés que requieren mayor aporte, ya que es capaz de convertir elementos no glúcidos en glucosa en un proceso llamado gluconeogénesis o glucogénesis de novo. Inhibe o suprime la actividad del sistema inmunológico como estrategia de ahorro energético. Con el paso del tiempo (a largo plazo, no de una sesión), el nivel de cortisol que se produce durante las sesiones suele disminuir porque "nos acostumbramos" a los estímulos y nos producen menos estrés, por lo que los procesos inflamatorios, lesiones cutáneas y hematomas que se obtienen pueden ser menos "vistosos". Puede ser parte de la razón por la que las lesiones cutáneas son más costosas de conseguir y curan mejor. No es que la piel se acostumbre, sino que la dosificación de cortisol es menos abundante porque el ambiente de la sesión, las prácticas y nuestro Amo nos producen menos miedo o estrés a medida que aumentan la confianza y la experiencia. No obstante, se siguen obteniendo niveles más altos de lo que fisiológicamente el cuerpo necesita en un día normal. El cortisol es responsable del estado de hipervigilancia, la falta de concentración o la dificultad para entender y ejecutar órdenes en los momentos intensos de la sesión.
La dopamina, asociada al placer, la motivación, la emotividad y la afectividad, interviene en situaciones de miedo, dolor o estrés como respuesta o mecanismo de compensación. Durante la sesión, se debe en gran medida al vínculo eróticoafectivo hacia la persona Dominante, que ejerce como una suerte de refuerzo positivo. Refuerza el vínculo, pero también facilita el "enganche" a una persona tóxica o maltratadora.
🤤 Químicos para la gestión del placer:
Oxitocina, dopamina, serotonina, prolactina.
La oxitocina es una hormona moduladora de la conducta sexual y del vínculo parental. En la mujer, estimula las contracciones uterinas del ciclo menstrual, el parto y el orgasmo, y promueve la eyección de la leche. Además, está involucrada en la sensación de enamoramiento, intimidad y bienestar con la pareja. En las relaciones íntimas se activa mediante mimos, actitudes tiernas, abrazos, besos... Por ello, puede ser bueno para la persona sumisa recibir este tipo de trato para regularse y reparar el estrés que producen las hormonas y neurotransmisores anteriormente mencionados. Tengamos en cuenta que la producción fisiológica natural de los químicos asociados al dolor y el miedo está diseñada y prevista para gestionar, controlar o evitar situaciones mayoritariamente puntuales, cuyo estímulo es eventual y corto. Por contra, durante una sesión los estímulos son sostenidos y reiterados constantemente durante horas. Si queremos un sufrimiento entre comillas, es bueno permitir "tiempos fisiológicos" para que esa regulación metabólica y endocrina tengan lugar mientras se siguen estimulando los químicos del placer.
La dopamina hace posible la erección y la irrigación de los genitales, la excitación cuando pensamos o materializamos fetiches, y la fijación de conductas. Esto significa que crea adicción respecto del estímulo de dopamina, bien sea un juguete sexual, una fantasía o práctica, o nuestro play partner. Hace que deseemos inexcusablemente a una persona, nos trate bien o mal, así que si nuestra pareja es tóxica pero nos estimula la dopamina nos vamos a enganchar.
La prolactina permanece inhibida o bajo mínimos mientras la dopamina está presente, pero cuando ésta baja, la prolactina sube. Se regulan la una a la otra. Además de ser la hormona que posibilita la producción de la leche, nos hace sentir relajación y calma después del desenfreno, pero también en los momentos de "quietud" de una sesión. Relacionar esa calmachicha mental tan placentera con el hecho de que nuestro Dominante nos conceda permiso para respirar, descansar o recuperar la entereza nos hará verle como nuestro rescate, nuestra persona de confianza, aumentando la abnegación y la capacidad de entrega o de sacrificio. La narrativa que se construye cuando una persona sumisa tiene la prolactina alta puede fidelizar la necesidad de entrega. Por eso el aftercare es un momento delicado y de máxima vulnerabilidad, ya que el nivel de esta hormona permanece alto y se sostiene durante horas.
La serotonina es un neurotransmisor que, por una parte, controla la sensación de hambre produciendo saciedad. Por eso es posible la coexistencia de una profunda debilidad y una ausencia completa de apetito después de la sesión. Aunque no haya ganas, tomar algo (quizás una bebida isotónica) es muy recomendable para que la reparación fisiológica sea eficiente. La serotonina también controla la temperatura corporal, pero la exposición alta o prolongada puede hacernos sentir frío o calor no justificados por el ambiente. Produce felicidad, contribuye al enamoramiento y regula la respuesta sexual.

Ahora que conocemos la química, pasemos a la conducta:
🤷🏻♀️ ¿CÓMO SE SIENTE EL SUBESPACIO?
Lo cierto es que hablar de las sensaciones a modo de lista me resulta frío. Es un estado tan abstracto y subjetivo que me cuesta hacer sentencias, y todo lo que se me ocurre decir está lleno de "se parece a", "como si", "puede que"... así que he decidido soltar una parrafada que espero me perdonéis. Hay que quererme así. 🥰
Con frecuencia, lo primero que se puede notar es un calor que viene de dentro, algo que responde más a "tengo calor" que a "hace calor", similar a la fiebre pero sin malestar, y también hormigueo. Esto es producto del aumento de la presión arterial.
Es posible que la sensación de acomodo al dolor sea abrupta, de un profundo alivio aunque siga doliendo, o que deje de doler. El cansancio puede parecer esfumarse: de pronto notamos un chute de energía que podría expresarse con una conducta eufórica. También la percepción táctil se modifica: el placer es más intenso y tenemos reacciones más salvajes. Puede que sintamos más urgencia por el orgasmo o que necesitemos varios para determinar que es suficiente. Otra de las posibilidades es la de sentir una gran relajación, con laxitud muscular y un estado mental similar al propio de la somnolencia o la hipnosis, lo que se vería como un ensimismamiento que dificultaría o incluso impediría la interacción verbal. Esto es bueno tenerlo en cuenta, ya que si se produce es posible que la persona no se sienta motivada para pedir parar una práctica, por ejemplo.
En el subespacio es normal no poder mantener una conversación fluida y coherente, reír muchísimo o llorar, hablar por los codos, hacer confesiones, pedir o hacer cosas impropias de la persona, sentir miedo o valentía ante estímulos que normalmente nos producen todo lo contrario...
Lo importante es saber que:
● Caer o no en el subespacio es cuestión principalmente de azar. Depende de muchos procesos metabólicos, fisiológicos y bioquímicos que no podemos controlar a voluntad porque no son estables por sí mismos.
● Experimentar el subespacio o no no depende ni determinada si eres mejor o peor sumi, no te define, no tiene relación con tu entrega, ni con tu calidad humana o tu devoción por tu Dominante.
● Llevar a una persona al subespacio no depende de tu valía y tu empeño como Dominante, ni de lo bien que conozcas a tu sumi o de cómo organices la sesión. El noventa por ciento de la fisiología implicada en el sexo, los mecanismos estímulo-respuesta, el modo de supervivencia y todos esos rollos sólo reconoce conceptos tipo depredador, presa, árbol, cueva, y cosas así, y no entiende nada de BDSM ni protocolos, órdenes o Amos.
● El subespacio no debe ser un objetivo a perseguir precisamente por ser aleatorio. Si no lo has experimentado/provocado nunca, no lo busques porque no hay una fórmula matemática que te lleve hasta él. Planifica la sesión con el único propósito de disfrutar y los Dodos proveerán.
● Durante el subespacio la persona no es dueña de sí misma ni de su Dominante, sino de los químicos. No es el momento de regañar, razonar, corregir, enseñar o aprender porque seguramente hará daño emocional real o se olvidará cuando los químicos desaparezcan.
● Las conductas, conversaciones o confesiones durante el subespacio son como hablar en sueños, ser sonámbulo o estar bajo el efecto de drogas recreativas. La responsabilidad sobre la conducta durante ese tiempo es inexistente, así que tampoco habrá castigos a posteriori por lo que haya sucedido durante el subespacio.
Por último, y aunque esto lo veremos más adelante en profundidad, no os flipéis con la asimilación de determinados hábitos o cambios en la conducta. Es muy goloso decir o que te digan "no tengo miedo", "no tengo límites" o "aguanto cualquier tipo de dolor". La realidad es que sólo hay dos formas de conseguir que eso sea una realidad: lobotomizar a una persona o matarla. La fisiología del dolor y del miedo van a estar ahí y van a funcionar porque nuestros cerebros están completos y son funcionales. El objetivo no es erradicar sino someterse y disfrutar con, por y a pesar del miedo, del dolor y de nuestras reacciones.
Si has llegado hasta aquí sin desmayarte, te mereces una medalla de honor de nuestra legión y un besito de Doda. 😘
Mil gracias por tu cariño, tu tiempo y tu paciencia.
DISCLAIMER: Sé que esta entrada resulta tediosa y demasiado técnica, incluso fría pero tiene su razón de ser.
Lo que quiero que te guardes es la conclusión, no la lección.
Cuando te enganchas emocionalmente a tu pareja de juegos, cuando no recuerdas qué ha sucedido en la sesión o no puedes explicar cómo te sentiste, tienes comcuando después te queda una sensación de rechazo o de tristeza...

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