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Visión de Lloricas

  • insanguineveritasb
  • 22 feb 2024
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 19 jun 2024

Lloricas estaba enfadado. Otra vez su compañero de vivienda, el impertinente de Esteban, se permitía molestarle llamándole con ese repulsivo nombre que le ofendía en extremo, así que mejor marchar antes de, de…


Él era realmente un gato fornido, algo bajo de tórax, pancín y muy avezado en disputas por pedazos de tierra con otros gatos corsarios que se adentraran con malsana impunidad en sus reales. Pero lo que es verdad es que ninguna disputa le pudo pintar trazos de lluvia en sus ojos verde cobre.

Siempre salia victorioso y los pobres malandrines congéneres abandonaban el campo de batalla requiriendo, sin demora, cuidados médicos esmerados.

Aplastados por la panza de Lloricas, muchos fueron los que entregaron las garras allí mismo, sin consuelo de sagrado…. Qué recuerdos… Ayyy... ¡Tate, tate...!

Ahora tocaba otro día de inspección y Lloricas fue balanceando su culo gordo hacia la verja que separaba sus dominios reconocidos de aquellos que…también lo eran a fuer de sangre sudor y lagrimones (de los vencidos).

Demostrando una agilidad no entorpecida por años de reinado, se subió confiado al muro y de allí saltó al mundo exterior. Pocos momentos tuvo Lloricas al aterrizar para recordar que, contra su propio pensamiento, estaba más sordo que una silla de madera y que tampoco su vista era ya de un águila perdiguera.


Tampoco es que tuviera unos grandes pensamientos nuestra querida amiga Jennifer , abnegada madre de dos hijos pequeños que llegaba tarde al trabajo (como siempre), que iba a lomos de su pequeño Mercedes clase V y que cruzó levemente... ¿vidas?, con nuestro querido Lloricas. Jennifer, ahogada en pensamientos de reprimendas jeferiles y problemas de recién nacidos (auque ahora yacían al cuidado de varón) sólo atinó a pensar: "vaya, mi rueda debe de tener algún fallo porque menudo salto ha dado…"


Lloricas, no te olvidamos.



Por @MarianicoJose

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